MADRUGADA EN TI (Poema en prosa)

 

Te he repasado a través de postales que tengo grabadas por debajo, en el alma, y por encima, en la piel. Ninguna menos importante que la otra.

 

Te acabo de recorrer desnuda, he paseado mi recuerdo por todos esos lugares a los que sólo yo he accedido para hacerte mía. Mía ahora y en todos los tiempos.

 

Conozco el sabor y la textura de cada apartado tuyo. Sé, a ciencia cierta, todos los trazos de tu geografía. Tengo un basto trabajo de campo que me convierte en la única persona autorizada en esa materia, tan dulce y deliciosamente compleja, que eres tú.

 

He leído que hay quienes niegan el tiempo, sostienen que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente y que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente. Y estás tú, llenando todo el espacio de mi presente porque no existe un día en el que no te piense, y tampoco existe una hora que no llene con la esperanza de ese futuro que ya es nuestro.

 

Veo la otra orilla, no la que dejé sino a la que he partido. Ya no siento el peso de la arena que envolvía mis pies, el agua corre al rededor de mi cintura y me impulsa. Apenas unos pasos y habré alcanzado mi destino final, mi Patria, esa Patria que eres tú.

 

Se dice que nunca es demasiado tarde, aunque habría que agregar que nada está perfectamente a tiempo, la realidad es como es. A mí me espera esa casa nuestra, la habitación iluminada, me esperan los amaneceres para surcar tu espalda sembrando poesía. Nos aguarda el café recién molido que le da sentido al universo, en cada grano, en cada gesto, en todas las palabras que se filtran junto al sol por las persianas para bendecir este sacramento que merecemos más que nadie. Me esperan esos lienzos en blanco en los que voy a pintar tu cuerpo desnudo como un cartógrafo que se ocupa de su oficio con sagrada maestría.

 

Mientras me empeño en completar la travesía, ya sueño allende, donde el tiempo transcurre sin tiempo, consumiendo la eternidad sin pausa, donde la única urgencia consiste en no perder un solo aliento de tu piel, mientras la vuelvo a recorrer, una y otra vez.

 

Para llegar será necesario dejar que el río, hecho de tiempo y agua, lleve consigo el curso de nuestro tiempo. La tierra no tarda en sanar, lo sé. Creo eso, espero eso, daría mi vida por eso.

 

© Bernard Gutiérrez Sanz, 2020.

Todos los derechos reservados.

 

 

 

 

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