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Trump y los agoreros del Apocalipsis

Por: Bernard Gutiérrez Sanz*

El mundo despertó hoy con un sentimiento de fatalidad que ha capturado las redes sociales y hace parte de los titulares de prensa de la mayoría de los medios de comunicación en el mundo. Trump ha logrado la presidencia de los Estados Unidos y lo ha hecho rompiendo con todo lo que hasta hoy se conocía en los manuales de campañas electorales; ha quedado atrás aquello que se entendía como “políticamente correcto”, no habrá desaparecido el concepto pero al menos urge ahora redefinir sus alcances.

No se espera que millones de ofendidos por el grosero lenguaje del candidato, se sientan halagados por la victoria, por supuesto que no. Trump se ha encargado de abrir heridas profundas en su camino hacia la Casa Blanca.

Sin embargo, más allá de todo lo que ya se ha dicho, al menos se debe reconocer que el breve discurso ofrecido por el ganador en la madrugada de la victoria, muestra que ya no estamos frente al hombre de la campaña, aquel que supo interpretar lo inconfesable de una clase media nacionalista y mayoritaria, sino al presidente electo de un país cuyo sistema de frenos y contrapesos se materializa en instituciones fuertes, que servirán como rieles y permitirán que la debilitada potencia mundial se mantenga en rumbo sin descarrilar, pero además, podrían eventualmente servir para que se acelere el proceso de reposicionamiento de un país que ha perdido el liderazgo mundial y requiere, por ello, de acciones estratégicas para construir un nuevo orden en su política exterior como base para un relacionamiento, ya no sobre una lógica de imposiciones y sometimientos, sino de la búsqueda de objetivos e intereses comunes, empezando por Latinoamérica. El discurso de la victoria ha planteado, entre otras cosas, la unidad del pueblo norteamericano y un llamado a los países a interactuar positivamente. Y es que la condición de presidente electo no admite otra cosa, Trump parece estar consciente de ello.

Para los agoreros del desastre y los vaticinadores del Apocalipsis, sólo recordarles que vivimos una pequeña fracción temporal del reloj universal. Es verdad que el presente está lleno de desafíos porque formamos parte de un episodio en el que se han acelerado los tiempos, la tecnología con sus diversas aplicaciones está reconfigurando nuestra existencia y ha puesto en discusión los sistemas sobre los cuales hemos construido esta realidad que se escapa; existe una crisis social, política y económica. Todo indica que el futuro ha llegado y aún no lo controlamos. Ese es el contexto de la nueva gestión, a pesar de todo, este sigue siendo un capítulo más por escribirse y en ese sentido vamos a presenciar los aciertos y errores de una administración más. En el plano internacional y desde nuestra visión como latinoamericanos, deberíamos esperar que exista un golpe de timón, por mucho que se haya insistido en que la candidata Clinton representaba los intereses de nuestras naciones y comunidades, solo habría que preguntarse cuánto ha aportado la gestión de Obama en esta materia. Cuánto Obama ha hecho por promover la democracia en el continente o apostar al desarrollo económico con una alianza estratégica continental que sirva de dique para ahogar el expansionismo chino que ve nuestra región desde su voraz apetito por materias primas que transformadas con mano de obra explotada, nos convierten en mercados donde derivan una producción de muy baja calidad.

No es que depositemos grandes esperanzas en Trump, pero habrá que ser sinceros al responder esta pregunta: ¿Cuánto podíamos esperar del catálogo de ofertas Obama/Clinton para el periodo 2016-2020?

En un necesario arranque de objetividad, como latinoamericanos, habría que preguntarse si más allá de las ofensas, es pertinente rasgarse las vestiduras ante la decisión que ha tomado el electorado estadounidense, que incluye un importante respaldo del voto latino.

Hay cosas que deberían ofendernos más que las que se han dicho en campaña, nos debería ofender el silencio de la comunidad internacional ante el atropello de los derechos humanos y la violencia política ejercida por los gobiernos del bloque socialista del siglo XXI. Debería ofendernos y movernos a la acción, la violencia contra la mujer que toleramos en nuestras sociedades machistas. Es aún más deleznable que hayamos permitido que la OEA, de la cual Estados Unidos es parte y principal financiador, haya admitido, hasta que Almagro llegó, que la Convención Americana de Derechos Humanos y la Carta Democrática Interamericana, fuera sistemáticamente burlada. Es una ofensa que tengamos presos y perseguidos políticos en varios países del continente. Por alguna razón, nos rasgamos las vestiduras y nos ponemos muy sensibles por expresiones racistas, xenófobas y sexistas, pero hemos callado la ultima década sobre la violencia ejercida por la narco guerrilla, los cárteles de la droga, el desmoronamiento de principios y valores que sustentaban, aunque precariamente, la sociedad americana, la de norte, centro y sud.

A él lo juzgará la historia, el pueblo estadounidense y la comunidad internacional a la luz de sus legítimos intereses, lo hará no por lo dicho en la campaña sino por las políticas públicas que implemente en su país, el plan económico que desarrolle y, la política exterior que establezca. Ya habrá tiempo para ello, mientras tanto, una sola cosa hace a la gran realidad del día, hay un ganador en las elecciones estadounidenses, es Trump. No hay vuelta.

*El autor es abogado, diputado de Bolivia y director del Centro de Pensamiento y Formación Nuevo Tiempo.

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