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Ser o no ser (Charlie Hebdo)… esa no es la cuestión.

Bernard Gutierrez Sanz, 10 de enero de 2015

En las redes sociales y la prensa de opinión se ha impuesto el debate sobre Ser o No Ser Charlie, a partir del condenable atentado sufrido por el semanario francés Charlie Hebdo. Je suis Charlie, se ha convertido en un movimiento e implica por estos días una manifestación de resguardo fundamental a la libertad de expresión y su negativa, Je ne suis pas Charlie o, Yo no soy Charlie, asoma como una forma de rechazo al contenido del semanario.

Hace tiempo que he dejado de sentirme cómodo con la bipolaridad; con ese afán de muchos para inscribir a la gente o etiquetarla en blanco o negro, en liberal o conservador, de izquierda o derecha, a favor o en contra. Es probable que aquella práctica responda bien a las características de la sociedad contemporánea, aquella que por falta de tiempo para el análisis profundo, necesite visiones express de las cosas. O eres, o no eres. En lo que a mi respecta, Charlie no pasa, entonces, por Ser o No Ser; esa no es la cuestión. Esto es mucho más profundo, requiere al menos un análisis e interpretación respecto a lo que ocurre en el mundo, hoy.

Me rebelo contra la opinión de quienes creen que, o estás con Palestina o apoyas a Israel, o apoyas a los populistas o estas contra el pueblo; o estás con el gobierno o eres separatista, neoliberal y agente de la CIA. Ese libreto encierra un simplismo insultante que debe rechazarse y, dos dedos de frente se convierten en la herramienta básica para sobrevivir a un tiempo en el que hay que decir todo en cuarenta caracteres porque la gente no tiene tiempo para nutrir sus posturas con argumentos más amplios.

En el caso concreto, no quiero ser Charlie, porque a pesar de ser un devoto practicante de los derechos humanos en general y de la libertad de expresión en particular, el definirme como tal sería, de manera implícita, al menos compartir el contenido del semanario y ello no representa mi manera de ver el mundo y menos la de expresar mis opiniones sobre aquellas cosas que condeno, lo que no implica de manera alguna que el movimiento Je ne suis pas Charlie, sea mi espacio natural por defecto.

El asunto entonces no es simplemente abrazar la causa de Charlie, creyendo que así uno se ubica en la trinchera de defensa de la libertad de expresión, o el no hacerlo te acerca únicamente a la postura de crítica sobre el contenido del semanario.

Sólo para ilustrar el nudo central de este argumento, recordar que el propio debate filosófico planteado por Shakespeare en la obra Hamlet, sobre el ser o no ser, no tiene una conclusión categórica, es decir, el debate no pudo o con mayor probabilidad no quiso ser resuelto por Shakespeare, legando así un mensaje nunca tan oportuno como en el presente: Los dogmas y fundamentalismos tienen el potencial suficiente para destruir al ser humano y en su caso a la humanidad entera independientemente de dónde provenga, Ser o No Ser, entonces, no es la cuestión, no puede ni debe ser la cuestión.

En mi opinión es mejor creer en la capacidad del ser humano para encontrar el camino hacia la verdad, en su potencial para generar el debate pacífico apartado de las sendas sinuosas de los fundamentalismos. La capacidad del hombre para reflexionar sobre lo que es bueno y útil para si mismo y para la humanidad, sin aceptar recursos fáciles y absolutismos enlatados. Ninguna de las posturas, entonces, logran expresar esta frustración de ver cómo nos enfrentamos entre iguales, cómo las balas suplen argumentos, cómo la ofensa es un recurso para profundizar el odio. Ser Charlie Hebdo o No Ser Charlie Hebdo, me son ajenos en absoluto. No me expresan ni identifican, esa es la cuestión, ese debiera ser el debate filosófico, el cómo encontrar el camino para aceptar y acercar las diversas verdades que emergen del ser humano como parte de un universo en tensión. Y privilegiar, sobre todas las cosas, la paz social como garante de la vida.

Cita de un debate irresuelto, planteado por Shakespeare:

¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca

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