Estridentes ladridos
Bolivia requiere un nuevo horizonte y por lo tanto, un nuevo camino es preciso. Con fortuna se ha avanzado abriendo senda y despertando entusiasmo incluso allá donde el Régimen había embargado voces y doblegado ánimos.
Sin embargo, avanzar no sólo despierta esperanza, también supone luchar contra adversarios y soportar detractores, implica enfrentar malsanas miradas e incluso opiniones que reflejan sentimientos de frustración, envidia y miseria humana. Hay quienes citan filósofos e incluso se autoproclaman como tales, para intentar con ello otorgar un cierto grado de validez a sus afirmaciones; se dicen independientes para marcar distancia, pretendiendo erigirse como dueños de una opinión “racional”; allá ellos. Hay quienes los replican, y si a los primeros se les puede reprochar el hecho de verter elaboradas mentiras, a los segundos habrá que condenarlos por difundirlas.
El maestro alemán de las letras, Goethe, en su poema Kläffer, (Ladrador, 1808) formula una brillante metáfora erróneamente atribuida a Cervantes: “… sus estridentes ladridos, sólo son señal que cabalgamos”.
Y es que crear implica trascender, construir no es tarea para almas ociosas, ambas faenas requieren fortaleza de espíritu, perseverancia y gran cuota de fe. No es una empresa fácil, peor aún en política, cuanto más en las circunstancias que hoy nos rodean. A los adversarios gubernamentales, para quienes somos enemigos, habrá que comprenderlos desde sus limitaciones estructurales, su insaciable afán de poder y carencia total de valores y principios democráticos. A los detractores, que prefieren la comodidad de la tribuna, a aquellos que desde el palco de la desidia concentran su esfuerzo en atacar, a quienes que se dicen contrarios al Régimen, aunque en el fondo prefieren la victoria “azul” antes de ver cómo la resistencia democrática, ahora convertida en alternativa, le devuelve al pueblo la oportunidad de restituir su dignidad lastimada; a ambos habrá que entenderlos desde su estatura intelectual y talla moral.
El día de ayer, muchos de los aludidos en párrafo anterior se permitieron sendos comentarios, notas de prensa e incluso artículos, crucificando a Rubén Costas por no haberse entonado el Himno de Santa Cruz en la celebración de la efeméride departamental, lo que por supuesto es absolutamente desproporcional y tendencioso ya que no puede atribuirse a la autoridad referida, una omisión, que por cierto, debe tener como responsable a un funcionario que probablemente cometió el grave error de “solamente” incluir el Himno Nacional como referente mayor de esta bolivianidad nuestra a la que se acude cuando conviene y que tantas veces se olvida.
Lo que verdaderamente ocurre es que lo expresado en los desfiles cívicos del 14 de septiembre en Cochabamba, así como el 24 de septiembre en Santa Cruz, representa un indicio sobre la nueva configuración en el mapa político boliviano. Hace algún tiempo atrás no existían más que esfuerzos aislados para hacerle frente al Régimen, hoy está claro que un nuevo tiempo ha llegado con la estructuración de una organización política que tiene la virtud de aglutinar referentes nacionales, pero además, haber logrado estructurarse en todo el País con sedes en los nueve departamentos. Se viene con ello un nuevo Proyecto de País, con una definición ideológica, una concepción filosófica y programa de gobierno que es fruto de un esfuerzo que data de al menos dos años atrás, recogiendo las visiones de académicos, intelectuales, universitarios, gremialistas, comunicadores, cívicos, etc. en los cuatro puntos cardinales de la geografía patria. En suma, se trata de una nueva visión de estado y sociedad que supondrá el tránsito de la plurinacionalidad populista a la Bolivianidad Productiva e Integradora. El proyecto supo interpretar momentos importantes que se tradujeron en victorias electorales tales como las registradas en el Departamento de Beni, sólo para mencionar lo más reciente, demostrando con ello que la unión de organizaciones políticas regionales, constituían una base por demás sólida para avanzar en la consolidación de una expresión política de envergadura nacional.
Son algunas de las razones que explican la animosidad con la que se intenta descalificar al Gobernador Costas, amplificando una involuntaria omisión y pretendiendo con ello ocultar el avance en la construcción de una Alternativa Para Bolivia, que es fruto de muchos empeños, la suma de voluntades y la participación de actores locales con perfiles menos públicos y no por ello menos trascendentes, a quienes se les reconoce de igual manera su vital concurso.
Ha llegado el momento de convocar a una reflexión a quienes hasta ayer eran militantes de la unidad y que hoy se convierten en detractores porque a sus intereses, apetitos o “proximidades” no les resulta conveniente. Es un buen momento de mostrar que la lealtad y consecuencia debe ofrendarse a las convicciones y a los ideales porque esa es la única servidumbre que dignifica, la otra es servilismo.
Finalmente, queda recordarles que los índices de corrupción, narcotráfico, inseguridad ciudadana, quebrantamiento del Estado de Derecho, ruptura de la institucionalidad democrática, entre otros males, son el resultado del Régimen. Debiera ser ese el motivo de su atención y esfuerzo, salvo que hayan decidido pasar a ese lado de la vereda, desde allí probablemente se justifique mejor su postura.
Bernard Gutiérrez Sanz, Senador de la República de Bolivia
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